“No sólo se ha creado la necesidad del libro, sino la voluptuosidad y el placer del libro. El tacto de la página, el aroma de la piel y del papel, la armonía de la composición tipográfica, la belleza de los caracteres y la presencia sólida del formato, son otros tantos regalos para la sensibilidad refinada” (Arturo Uslar Pietri).
Hay que leer no sólo con los ojos, o con la mente, sino también, y sobre todo, con nuestro cuerpo. Libro de verdad es aquel que se pueda tocar, que se puede intervenir, al que se le pueden hacer anotaciones, en fin, al que se le pueda meter mano.
¡¿Hacer anotaciones en los libros?! ¡¡¡Sacrilegio!!! A más de uno se le pondrían los pelos de punta solo de pensarlo, algo que nunca he entendido puesto que me encanta releer mis libros, muchas veces más que por su contenido, por mis ajados comentarios al margen.
Y aparte del tacto, ¿qué me dices del olor? Esconder la nariz entre las hojas de ese libro recién comprado que tiene más polvo que los de la estantería. Ese olor a humedad o a barniz, según su edad…
No se lo que dirá ese libro, pero es tan sugerente que corro a comprarlo. Todo lo prohibido, encerrado, o encadenado pide a gritos que alguien rompa las cadenas…y allá vamos. Romperé sus cadenas, pero no se si voy a leerlo, para no romper el hechizo del que me hallo presa.
Monogatari 
“No sólo se ha creado la necesidad del libro, sino la voluptuosidad y el placer del libro. El tacto de la página, el aroma de la piel y del papel, la armonía de la composición tipográfica, la belleza de los caracteres y la presencia sólida del formato, son otros tantos regalos para la sensibilidad refinada” (Arturo Uslar Pietri).
Hay que leer no sólo con los ojos, o con la mente, sino también, y sobre todo, con nuestro cuerpo. Libro de verdad es aquel que se pueda tocar, que se puede intervenir, al que se le pueden hacer anotaciones, en fin, al que se le pueda meter mano.
Yo también quiero un libro como ese.
¡¿Hacer anotaciones en los libros?!
¡¡¡Sacrilegio!!!
A más de uno se le pondrían los pelos de punta solo de pensarlo, algo que nunca he entendido puesto que me encanta releer mis libros, muchas veces más que por su contenido, por mis ajados comentarios al margen.
Y aparte del tacto, ¿qué me dices del olor? Esconder la nariz entre las hojas de ese libro recién comprado que tiene más polvo que los de la estantería.
Ese olor a humedad o a barniz, según su edad…
Me voy…
A comprar alguno.
No se lo que dirá ese libro, pero es tan sugerente que corro a comprarlo.
Todo lo prohibido, encerrado, o encadenado pide a gritos que alguien rompa las cadenas…y allá vamos.
Romperé sus cadenas, pero no se si voy a leerlo, para no romper el hechizo del que me hallo presa.